Como en toda producción animal, el uso de antibióticos en salmones es necesario para restaurar la salud animal y para asegurar un efectivo tratamiento contra infecciones bacterianas.
En Chile, los antibióticos se utilizan para restaurar la salud de los peces ante la enfermedad denominada SRS (Septicemia Rickettsial del Salmón) o Piscirickettsiosis, la que es endémica de Chile y prácticamente ausente en otros países productores de salmón. Los antibióticos en Chile son recetados sólo por médicos veterinarios, tratamientos que permiten sanar los peces y resguardar el bienestar animal. Mientras que el control del uso de antibióticos por parte de los médicos veterinarios, es realizado por las autoridades nacionales y permite a la vez cumplir con los requisitos de mercado respecto al cumplimiento de inocuidad, en los más de 70 mercados donde se consumen salmón chileno.
El salmón chileno sigue además estrictos períodos de carencia antes de ser cosechados, para cumplir con los estándares requeridos por Sernapesca y entidades internacionales como la FDA, según el país de destino.
Los tratamientos se realizan para restaurar la salud de los salmones que presentan enfermedades para las cuales no es suficiente el uso de vacunas efectivas y/o que podrían morir o extender la enfermedad dentro de su población si no se controlase de otra manera. Todos los tratamientos con antibióticos deben ser prescritos por un médico veterinario y el uso antibiótico con fines preventivos o como promotor de crecimiento se encuentra prohibido por ley.
Durante 2018 en Chile, por cada tonelada de salmón cosechado se utilizaron en promedio 383 gramos de antibióticos en terapias para combatir enfermedades como el SRS, reduciendo su uso en comparación con 2017. Esto significa que se utilizaron 383 gramos de antibióticos por cada 1.000.000 de gramos (1 Ton) de salmón cosechado, es decir: 0,0383%.
Las infecciones bacterianas deben ser tratadas con antibióticos, pero existe preocupación respecto a la eventual resistencia que los seres humanos podrían desarrollar contra estas drogas.
Se pueden utilizar más de quince tipos de antibióticos en la acuicultura mundial. En Chile la prevención del SRS es mediante vacunación, mientras que el control se realiza utilizando principalmente dos antibióticos (Florfenicol y Oxitetraciclina). El uso de Florfenicol representó en 2018 el 95% de los tratamientos antibióticos aplicados a salmones y es una droga específicamente desarrollada para uso veterinario. No existen tratamientos médicos en humanos que utilicen este antibiótico en ningún lugar del mundo. Por otro lado, el uso de Oxitetraciclina representó el restante 4,9% y, a pesar que puede ser usado eventualmente en humanos, no se encuentra listado como de importancia crítica por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En los centros Pincoy no se utilizan antibióticos listados como de importancia crítica según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los productores de animales para consumo humano buscan generar condiciones que promuevan su salud y generen un ambiente sanitario óptimo. Si bien existen productos como los orgánicos que dicen ser libres de antibióticos y crean la imagen de que estos no son necesarios, lo cierto es que en todo sistema de producción los animales se enferman en algún momento, tal como las personas.
Si se usan efectivamente, los antibióticos son parte de las herramientas con las que cuentan los productores y veterinarios para mantener la salud y bienestar animal. La gran mayoría de antibióticos son usados ya sea en animales o humanos, pero no en ambos, por lo que la creencia de que la muchos de los antibióticos “médicamente importantes” son usados en animales no está respaldada por datos.
La realidad dice que la mayoría de las infecciones de resistencia a los antibióticos son adquiridas en hospitales y otros centros de cuidados de la salud. El uso común de antibióticos en estos lugares necesariamente significa que más bacterias resistentes se encuentran en el ambiente.
El cultivo de salmón se diferencia del resto de otras proteínas (pollo, cerdo, bovino, ovino, etc.) principalmente porque se realiza en un volumen de agua que a su vez fluye conectando todo el ambiente adyacente. Los peces se agrupan en gran número por cada unidad de cultivo o jaula y dependiendo de las condiciones oceanográficas del sitio sus manejos operativos pueden ser muy complejos. Esto, sumado a que su naturaleza poiquiloterma los mantiene a la misma temperatura del medio, hace que estén expuestos de forma directa e inmediata a las variaciones de parámetros ambientales asociados a la estacionalidad y cambio climático (aumento de la temperatura del mar, blooms de microalgas, bajas de oxígeno, etc.) que afectan su condición sanitaria, a diferencia de otros cultivos de animales para consumo humano en los cuales estos factores pueden ser mejor controlados.